EL SURGIR DEPENDIENTE
Todas las sensaciones (olores, sonidos, imágenes y, en general, cuanto percibimos por los sentidos...) son el resultado de una confluencia de factores. Nada surge por sí solo; cualquier fenómeno aparece debido a causas y condiciones. Todas las cosas existen dependiendo de otros condicionantes. Fijémonos en los fenómenos naturales como el agua, la luz, la tierra o el fuego. Aparecen como consecuencia de la combinación de múltiples factores. Todos los elementos de la naturaleza están relacionados entre sí e interconectados. Surgen de forma natural debido a la interconexión.
Todo cuanto existe deriva de la dependencia recíproca. De forma natural estamos interconectados. También por causas y condiciones que tuvieron lugar en el pasado. Vivimos gracias al agua y los alimentos, el cuerpo los asimila y de este modo los órganos corporales pueden existir (huesos, sangre, pulmones, músculos, riñones...). Por consiguiente, existimos porque otros existen y debido a los intercambios y relaciones entre diversos elementos y componentes.
Hay una interdependencia entre los numerosos elementos que configuran el organismo humano. Las células están relacionadas entre sí dentro del cuerpo humano. Y de esta interrelación surge el funcionamiento. Nada es mío, ni siquiera el yo. Lo que vale para el cuerpo humano se puede aplicar prácticamente a todo. Naturalmente, las piezas (aparentemente separadas) están muy interconectadas. Nada es independiente por completo.
Las cosas se sostienen gracias a otro. Mente y cuerpo, también ambos están interconectados estrechamente, para poder existir. No podrían existir aislados, sin las contribuciones de otros. En realidad, se sostienen unos a otros. Y se constituyen unos a otros. La naturaleza del cuerpo y la mente es la interconexión. Nada es contradictorio con el otro. Más bien comparten cosas, se establecen nexos y se combinan coordinadamente con el otro. Se dan forma mutuamente. Están interconectados. Nada es mío. Nada es suyo. No puede serlo, en el sentido de que la naturaleza de cada cosa está vinculada a otros factores, influencias y condicionamientos.
Las condiciones y causas particulares, en el caso del ser humano, nuestro cuerpo, oídos, pulmones, sentimientos, conciencia surgen como consecuencia de la ley universal de causa y efecto. Dicho de otro modo, surgen de la convergencia de múltiples causas y efectos enlazados de modo natural. Todo tiene un proceso particular. Es una ley de la naturaleza, ley eterna. Los objetos y apariencias son temporales. En este contexto, solo hay interdependencia, regida por la secuencia causa-efecto.
Abajo-arriba, grande-pequeño, fuerte-débil, cerca-lejos... todo esto se basa en esa esencia. La esencia de la interdependencia. Ninguna cosa ocurre por sí sola, ni de una manera desordenada. En lo que concierne a la mente, todos los estados tienen su causa: tristeza, estrés, ideas, recuerdos, alegría...Todo procede de causas particulares. Una manzana necesita para poder crecer semilla, agua, fertilizantes, luz del sol... Otro ejemplo: los órganos y facultades en el cuerpo humano viven gracias a células y a una serie de causas particulares y otros condicionamientos .
La felicidad, la paz y la armonía vienen de las causas particulares, proceden de causas y condiciones acordes a los resultados. Todo lo que ves, oyes, hueles, percibes a a través del tacto o el gusto tiene causas particulares que originan formas particulares. En definitiva todo viene de una causa.
Siguiendo con el ejemplo de las percepciones de los sentidos, tanto olores como sonidos, imágenes o percepciones táctiles no nacen por sí solos, proceden de unas causas adecuadas. Por tanto, nada existe de manera absoluta, separada y completamente autónoma. Todos existimos gracias a lo que hay en el exterior y a lo que hay en el interior (fuego, tierra, células, oxígeno, luz solar...). Nada es mío, ni hay un yo poseedor. Ninguna cosa me pertenece realmente. Todos estamos integrados. El mecanismo de formación, sostenimiento y existencia de todas las cosas se cimenta en múltiples interconexiones dinámicas.
Volvemos a mencionar el modelo de nuestro cuerpo, formado por sangre, músculos, huesos, células, órganos, glándulas hormonales, tendones, arterias... Existen gracias al agua, al oxígeno exterior y los alimentos: carne, frutas, pescado, hortalizas, etc... Estos elementos dependen los unos de los otros. Todos los órganos y sistemas que configura nuestro cuerpo físico están armonizados con los demás órganos, de tal manera que benefician y sostienen a otras partes del conjunto y todo ello se realiza de modo natural. Podríamos afirmar que al fin y a la postre, todos esos elementos son una y la misma cosa.
Aire, luz, fuego, vegetales, cosechas, tierra, Budas están relacionados, aunque los percibamos normalmente como objetos separados, sin ligazón. Gracias al Sol todo existe. Si no existiera el Sol no habría frutas, plantas o verduras. Si no hay vegetales, la alimentación de los animales no es posible, etc... Este proceso de vínculos, estímulos, intercambio y dependencia queda muy claro en el ciclo de la alimentación.
Es la ley de causa y efecto: todo funciona gracias a otros. Existimos en relación con algo más. Cualquier objeto es eso: interdependencia, urdimbre, imbricación, relación con. Esa es su naturaleza. Todo depende de la secuencia causa-efecto. Lo que existe surge (y se sostiene) de manera dependiente, a partir de la creación de vínculos, condicionado por múltiples factores y condicionamientos.
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