TODO ES IMPERMANENTE

La impermanencia se refiere a la transitoriedad.

La transitoriedad de todos los fenómenos.

Tanto objetivos como subjetivos.

Estudiar, reflexionar y meditar en la impermanencia nos pone en contacto con la fluidez de la realidad.

En la realidad, nada permanece estático.

Aceptemos el incesante cambio.

La naturaleza dinámica de todo cuanto nos rodea.

Presente, por ejemplo, en la semilla transformándose en planta y en la red de condiciones que colabora en producir la percepción "planta".

El movimiento es constante.

La materia es dinámica.

No para de transformarse y cambiar.

La materia está en continuo cambio.

Hay movimientos cuantitativos y cualitativos.

Vemos como una forma se convierte en otra.

De un estado se pasa a otro.

Nada permanece igual.

También los seres humanos vamos cambiando.

Tras la infancia viene la adolescencia, luego la juventud y a ésta le sucede la madurez.

Todo está en movimiento.

El clima experimenta variaciones de varios tipos.

La temperatura exterior aumenta o disminuye.

La materia está constantemente moviéndose.

Ninguna cosa se mantiene inmóvil.

Todo se mueve y todo cambia.

Se trata de la naturaleza de la impermanencia.

Las cosas están en movimiento.

De hecho, nada permanece como es.

La mente también está en constante cambio.

Lo mismo que el cuerpo.

Cualquier realidad es provisional.

Nuestra vida es temporal.

Nada se nos presenta como definitivo.

La manzana proviene de un árbol y antes fue semilla.

En la manzana está presente el devenir.

Las manzanas cumplen su proceso natural, si éste no se ve interrumpido.

Una fase sucede a otra.

Las cosas se están transformando.

A veces incluso se transforman en su contrario.

El movimiento es complejo de estudiar.

Todo nace y caduca: el hombre, la sociedad, la naturaleza, el pensamiento.

Nada se mantiene donde está.

En el futuro nada será lo mismo.

El lápiz proviene de la madera y la madera del árbol.

Hay una serie de procesos.

Las etapas se suceden.

Se observa un encadenamiento de procesos.

El agua una vez evaporada se transforma en nubes.

Las nubes en gotas de lluvia.

La lluvia acaba en los mares.

Nada está terminado sino que por el contrario cambia.

Hay diversos tipos de movimientos.

Movimientos suaves, bruscos, lentos o repentinos.



Movimientos con trayectoria circular, elíptica, en zig zag, recta, irregular, caótica.

Todas las cosas están cambiando.

Nada está anclado o quieto.

Nada está estancado.

Todo fluye, como un río.

Allá donde mires descubres cambios.

Todo es pasajero.

La realidad es impermanente.

Las cosas cambian a cada momento.

Aceptemos los cambios, adaptándonos a ellos.

Buda Gautama dijo: "Nada es permanente, todo está sujeto a cambio. Aprende a soltar y fluir con la vida".

Todo lo que ves, oyes, hueles, saboreas y tocas está continuamente cambiando.

Todo cuanto deseas es impermanente.

Al principio, cuando las adquirimos, las posesiones materiales parece que no van a envejecer.

Es una falsa apariencia.

Nuestras posesiones materiales cambian y se deterioran.

Con el tiempo se agrietan, se desmoronan.

No van a durar para siempre.

Los objetos que poseemos se estropean y se desintegran.

Se pueden romper.

Nos los pueden robar.

Este deterioro nos causa agitación, ansiedad.

Su pérdida nos produce dolor.

En realidad no poseemos a las cosas o las personas.

Nuestra relación con las cosas o las personas es pasajera.

Como mucho, somos sus cuidadores durante un tiempo.

Por ese motivo renunciemos al apego.

Superemos el sentido de la posesión,

El pasado fue fugaz.

El presente es fugaz.

El futuro también será fugaz.

Los tres tiempos pasan.

Todos los elementos de la naturaleza están en continua transformación.

Nada escapa a este proceso de transformación.

El devenir es algo común y natural.

Todos los seres y objetos se hallan inmersos en procesos de cambio.

Las cosas son transitorias.

El movimiento se manifiesta por todas partes.

El mundo está en continuo cambio.

Nada hay que sea duradero, perdurable.


 

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