EL EGO

 Estamos atrapados en nuestro ego.

Es evidente que todo lo referimos a nuestro ego, a mí.

Me pasa a mí, me duele a mí, me ofende tal comentario a mí.

Debemos superar nuestro ego, salir de él.

De este modo estaremos menos preocupados, menos a la defensiva.

Seamos lógicos y prácticos.

Esta actitud de estar constantemente refiriéndose a mí es agotadora y surgen más sospechas, recelos y hasta alucinaciones.

Al ego le gusta imponer a los demás sus ideas.

Necesita que todo gire a su alrededor.

Sus características suelen ser el orgullo, la vanidad, los celos, la soberbia, la envidia.

El ego es fuente de confusiones, problemas y conflictos.

El ego causa tensiones y desavenencias en el interior y el exterior.

Cuesta mucho deshacerse de la propia vanidad.

Es necesario disolver las barreras que impone el ego.

Intentemos liberarnos de los enredos mentales de la actitud egocéntrica y de las trampas del ego.

En definitiva intentemos abrirnos.

Cuando servimos a los demás encontramos nuestra esencia.

Cuando nos perdemos a nosotros mismos sirviendo a los demás, nos encontramos de verdad.

Muchas cosas que hacemos las hacemos para satisfacer nuestro ego, no porque las necesitemos.

Ni para beneficiar a los demás.

Si lo pensamos bien, no las necesitamos.

Las hacemos sencillamente para satisfacer el ego.

Pero nuestro ego nunca se siente satisfecho.

El sufrimiento proviene precisamente de nuestra actitud egoísta tan acentuada.

El conocimiento que hemos adquirido, nuestro dinero, la religión que profesamos, todo ello puede convertirse en algo dañino por causa del ego.

Si podemos transformar nuestro ego, seremos sin duda más felices.

La actitud egocéntrica no existe de forma sustancial.

El ego sólo es una idea mental.

Y todo lo que es mente es pura subjetividad, carece de solidez real.

Según el pensamiento budista, esta actitud no está basada en la verdad sino en la ignorancia.

El egocentrismo es una estructura poderosa.

Tenemos una inclinación tan marcada hacia el egoísmo.

Seamos conscientes de nuestra sensación del yo.

Imaginemos que nuestro ego es humo.

Un humo que pasa por nuestro corazón y finalmente se desvanece en el aire.

Nuestra disposición egocéntrica es destruida o al menos queda disminuida.

Esta visualización nos ayuda a transformar nuestros padecimientos.

Al final nos quedamos puros y luminosos.

El humo se va disolviendo lentamente.

Después de atravesar nuestro corazón.

En el corazón hemos situado nuestra actitud egoísta.

Este humo espeso cargado de negatividad sale de nuestro cuerpo y desaparece en el espacio vacío.

Es absorbido totalmente.

Así, nuestra parte física y mental queda sanada, purificada y libre de sufrimiento.

Nos sentimos entonces más libres y ligeros, sin el peso de la aflicción.

Al pasar con lentitud el humo oscuro por nuestro corazón, destruye la tendencia hacia el egocentrismo.

El humo con su contenido de penalidades y sufrimientos se desvanece en la vacuidad del espacio.

Nuestro cuerpo y nuestra mente han experimentado una modificación positiva.

Todo el universo se transforma en algo positivo y puro.

Se podría decir que la palabra sufrimiento ni siquiera existe.

Nos fijamos en el concepto del ego.

Nuestro egoísmo es el que distingue entre bueno/malo, correcto/incorrecto, hermoso/feo, etc.

Distinguimos según nuestras emociones y según nuestras percepciones.

Por ejemplo, al contemplar una pintura, hacemos distinciones en base a nuestra subjetividad, a nuestros criterios e intereses personales.

Para transformar nuestros pensamientos debemos aprender sobre el egoísmo.

Todos los seres humanos desean ser felices, pero están atrapados por la ignorancia y el egoísmo.

Nuestro ego constituye nuestro problema principal. Todas nuestras emociones negativas se basan en nuestro egoísmo.

El punto clave es ser feliz y saber cómo gestionar nuestros pensamientos y emociones negativas, saber cómo pacificarlos.

Estar contentos con nosotros mismos, ser bondadosos y valorar a nuestros amigos y a las demás personas.

El ego nos impulsa a buscar más rango social y poder económico, pero al hacer esto, surge el estrés y mayor número de disgustos.

Mientras el ego está vivo, sus deseos nunca se satisfacen.

Todo se vuelve estéril y sin sentido.

Debemos reflexionar porque directa o indirectamente nuestro ego va a estar interfiriendo en la comunicación con los demás y en el éxito de nuestra vida.

Nuestra mente está oscurecida por el egoísmo.

La mente egóica individual es la que limita el alcance de la conciencia.

El ego genera desequilibrio, desajustes, incoherencia, frustración, falta de armonía, ignorancia.

Tenemos que transformar nuestro ego para tener paz en el corazón.

Valoremos la belleza de la vida. Por culpa del ego no la vemos a veces.

Primero notad como se están creando interferencias.

Cuando sufrimos por odio, ira o celos, enseguida descubrimos que está implícito el ego.

La sensación de culpabilidad también se debe al ego.

Lo mismo que las situaciones que nos parecen inaceptables.

El ego no quiere inclinarse ni rendirse.

Nuestro ego es muy arrogante y orgulloso.

Hay que transformar el ego para que deje de ser tan altivo y reconozca los errores y obstáculos.

Cuando el ego cambia, empezamos a ver los aspectos positivos.

Al desaparecer el ego, desaparece con él toda preocupación.

Con la desaparición del ego desaparece también la angustia.

Con la desaparición del ego la muerte ya no es posible. 

Seguid meditando, leyendo libros y realizando observaciones.

Leed acerca de estos temas y tened en cuenta que el amor y la compasión son lo opuesto del ego.



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