VISUALIZACIÓN DE LA IMAGEN DE BUDA
Vamos a visualizar un Buda Sakyamuni en el espacio. Una imagen no muy grande, vestido de monje, con la túnica color azafrán, mano izquierda en mudra de meditación, mano derecha tocando la tierra. Es un gran ser, muy luminoso. Ahora recuerda una gran estatua o pintura de Gautama que conozcas bien. Imagina esa figura viva y llena de fulgor. La mente de Buda, el Despierto, se define como pura sapiencia, está libre de todas las ataduras concebibles, conoce a fondo la sabiduría de la vaciedad e irradia luz en todas las direcciones.
Nos concentramos en la imagen de ese Buda visualizado. La palabra de Buda Sakyamuni tocaba el corazón. Su palabra tenía un gran poder de transformación. No solo sus palabras influían positivamente. También influía de igual manera su presencia, su carácter y su comportamiento. Era un hombre pacífico, afable, compasivo, inspirador, alegre... Incluso los animales salvajes se pacificaban, estando en su presencia. Cuentan que hasta la serpientes se amansaban ante él.
Así era Buda Gautama. El reunía en su persona todas las cualidades excelsas: inspirador, protector, salvador de todos los seres. Todos sus actos eran muy virtuosos. Él ha logrado la Gran Compasión. Así le recordamos: como un gran hombre. Cuando hablaba con sus discípulos, a cada uno le hacía llegar el mensaje que necesitaba. Cada discípulo escuchaba las palabras que le hacían falta en ese momento para su desarrollo espiritual. Su voz tenía un poder divino. Quien le escuchaba obtenía los logros de las transformaciones y cambios precisos que requería su vida. Nos enfocamos hacia su imagen, recordando al mismo tiempo sus cualidades.
Visualizamos a Buda Sakyamuni. Recordamos sus numerosas cualidades, que residen tanto en el cuerpo como en el habla y la acción. Se trata de una estampa muy sagrada: la efigie de nuestro querido Buda, una efigie venerada en muchos rincones del mundo por millones de fieles. Esta imagen posee poderes de purificación. Nos concentramos aún más en la imagen de Buda con actitud devota. Visualizar la figura de Buda es una práctica buena, positiva, sanadora y especialmente recomendable. Durante la visualización, rememora lo que has oído y leído sobre el fundador del budismo.
Visualizar el cuerpo de Buda. Al visualizarlo te enfocas en sus virtudes. Elige una imagen que te guste en particular entre las imágenes de esculturas, estampas, pinturas, "tankas" que has visto a lo largo de los años. A esa imagen elegida infúndele vida. Recuerda una imagen de Buda que te haya gustado -repito la misma idea- y enfoca tu atención sobre ella. Date cuenta de que está viva, visualiza Buda como un ser vivo y resplandeciente. Un ser vivo fúlgido, muy bello. Todo en él es hermoso: sus ojos, el torso, la nariz, sus manos, su manera de sentarse... Esta imagen de Buda vivo que estás visualizando es nada menos que la manifestación de la Sabiduría y la Gran Compasión.
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