¿QUÉ HACER CON LAS EMOCIONES NEGATIVAS?

¿Qué hacer por ejemplo con el enfado? Si alguien nos hace enfadar, observemos el proceso mental de la ira. Debemos estar atentos a los procesos que están teniendo lugar. Estar conscientes y preguntarnos si hay o no estrés, cuál es la causa o causas, cuánto tiempo dura, etc. Conviene tener la intención de conocer mejor las emociones negativas y, en general, los conflictos de tipo mental.

Es muy importante ser conscientes del proceso en el que surgen, se desarrollan y desaparecen las emociones negativas. Cuando hay estrés, sed conscientes del estrés. Cuando haya tristeza, sed conscientes de la tristeza. Cuando aparezca la decepción, sed conscientes de ella. Estáis conscientes del proceso y de sus características así como de los detalles. En otras palabras, sois testigos atentos de lo que está sucediendo. 

Las emociones negativas, sean cuales sean sus rasgos e intensidad, sólo son mente. Tened en cuenta que no son más que mente. El estrés no posee forma ni color; en realidad es sólo mente. La furia, el abatimiento, la confusión son únicamente experiencias de nuestra mente. No existen realmente. Sed conscientes de estas emociones perjudiciales sin preocupación, repulsa ni miedo. Simplemente, estad conscientes de la pesadumbre o de la envidia. Son sólo factores mentales totalmente subjetivos. Y, por tanto no debéis preocuparos de ellos. 

Estar conscientes, insisto, de la experiencia interna. Cuando sentimos estas emociones aflictivas, sentimos incomodidad, tensión, quizá malestar. Sentimos en definitiva algo negativo. Dichas emociones son causadas por situaciones concretas: alguien nos critica, no hemos conseguido un propósito, conflictos con amigos... Comienzan entonces a desarrollarse una serie de procesos internos. Estos son los procesos internos de nuestra mente. Tales sensaciones de disgusto, odio, congoja o repulsa provocan en la mente desazón, malestar, sufrimiento.

A veces no podemos encontrar la razón de nuestro sufrimiento. No debemos preocuparnos por ello. Sencillamente, seamos conscientes de esos procesos. Por ejemplo, estamos sintiendo ansiedad. Queremos que esto se calme, que desaparezca esta sensación. Pensad que estos conflictos no son sustanciales. La experiencia referida tan sólo es una experiencia mental, carece de forma y color, está desprovista de consistencia. Tenemos que notar estas sensaciones: pavor, soberbia, ansiedad, animadversión, celos, resquemor, incertidumbre, envidia, soledad, frustración... Es necesario que percibamos nítidamente estos procesos mentales. Podemos relajarnos por un momento y luego volver a concentrarnos en estos procesos de pensamiento. Es aconsejable percibir hasta los más pequeños detalles de lo que está ocurriendo.

Nuestra mente puede conocer; tiene esa facultad. Entonces apliquémosla a la hora de distinguir con perspicacia cada una de las emociones negativas. Reconoced bien la ansiedad, que es claramente distinta de la tristeza o la cólera. El reconocimiento y la descripción adecuada de cada sentimiento negativo que nos afecta nos ayudará mucho a superarlo, pues funciona como una especie de diagnóstico.

También es útil saber qué emociones negativas están coloreando nuestra mente. Cuando sentimos un fuerte pesimismo, este pesimismo da una tonalidad general a nuestra mente. De hecho, estamos siendo tan influidos en ese caso por la tristeza que lo vemos todo negro. 

Notad asimismo un yo que está experimentando sufrimiento, un yo individual. Percibid estas características de las emociones aflictivas. Lo importante es saber qué sucede en nuestra mente.

A lo largo de la vida nos vemos obligados a resolver muchas dificultades y situaciones adversas que pueden llegar a generar en nosotros estrés, disgusto, insatisfacción. Todas estas sensaciones aparecen con cierta frecuencia y acabamos cansándonos. Por este motivo, nuestra mente se debilita. Un antídoto eficaz para estas sensaciones negativas y para el cansancio es la compasión y el amor. La práctica de la compasión ayudará a reducir el impacto de este tipo de emociones (odio, depresión, fracaso...) en nuestra mente.

Hay que procurar que las emociones dañinas no impacten en nuestra mente. Cuando surja el enojo, la depresión o cualquier otra emoción aflictiva, que no deje huella en nuestra mente. Esto es importante. Para evitar ese impacto recomiendo, por un lado, la autoobservación tal como la estoy describiendo, y por otro, el amor compasión. La autoobservación nos permite estar vigilantes para que este tipo de emociones no lleguen a afectarnos demasiado y dañar la mente. Y la actitud compasiva, gracias a sus efectos beneficiosos, es capaz de limpiarnos rápidamente de las impurezas y oscurecimientos que causan las emociones negativas.

El perdón tiene un gran poder para calmar las emociones negativas como el odio, el rencor, el enfado, el deseo de venganza, el resentimiento, el resquemor. Perdonando sinceramente podemos recuperar la paz mental que estas emociones nos han arrebatado. No importan los motivos que hayan causado ese odio, esa ira o ese rencor, la intervención del perdón enseguida reduce y llega incluso a eliminar estas emociones tan dañinas. Confucio, el pensador chino, escribió: "Perdona a todos y perdónate a ti mismo, no hay liberación más grande que el perdón."

Todas las emociones, las negativas también, tienen una naturaleza impermanente. Es decir, son pasajeras. Vienen y van. Esa es la realidad, aparecen sensaciones y pensamientos desagradables, se mantienen durante un tiempo y luego desaparecen, debido precisamente a su carácter efímero.

Estas sensaciones pueden llegar a dominarnos si no nos percatamos de sus procesos. De ahí la conveniencia de observarlos y hacerles un seguimiento meticuloso. De primeras, observar estos fenómenos mentales resulta difícil. Pero tened confianza. Con la experiencia y practicando la autoobservación regularmente, se mejora.

Pueden surgir varios de estos fenómenos a la vez o por separado, de repente o de forma paulatina, con rapidez o a un ritmo lento. Simplemente los notamos. Y etiquetamos correctamente las emociones negativas: esto es estrés, esto es preocupación, esto disgusto, etc. No esperamos mucho tiempo para reconocerlas. Una vez reconocidas, también es conveniente describir la intensidad de las emociones.

El dolor sólo es experiencia mental.

Si el problema no se va, pues no se va, no te preocupes. Relájate. 

Deja fluir la mente.

No juzgues esa emoción negativa, no la rechaces. Déjala pasar.

Piensa que estos procesos surgen, ya está, eso es todo.

Sufrimos mentalmente por el estrés, la ansiedad, la confusión, la intolerancia, la animadversión, el rencor, la ira, la zozobra.

La confusión es simplemente confusión.

El estrés es simplemente estrés.

El rencor es simplemente rencor.

La mente nota todo eso.

Lo acepta sosegadamente, sin sobresaltarse.

Mi mente sabe.

Hay ansiedad. Mi mente lo sabe.

Y así desciende el nivel de ansiedad.

Percibo rencor. Mi mente lo sabe. 

Y así disminuye el rencor.

Hay dolor. Mi mente lo sabe.

Y así se reduce el dolor.

La mente puede notar todo eso.

Es consciente de que está experimentando sufrimiento mental.

Y al ser consciente de esa experiencia de sufrimiento, éste disminuye.



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