LA IMPERMANENCIA

Todas las cosas con el tiempo se marchitan, cambian.

Todos los materiales desaparecen.

Incluso la Tierra, la Luna y el Sol se desintegrarán.

Las cosas son como un sueño.

Estamos hablando de la impermanencia.

Debemos conocer y aceptar la realidad.

Aceptar la naturaleza de la impermanencia.

Todas las cosas envejecen, se marchitan.

Todo está sometido al cambio.

En este sentido nada es fiable, nada podemos sujetar (retener).

Porque de un modo natural los objetos se desintegran.

No se puede parar este proceso.

No es posible detener este proceso en ninguna cosa, en ninguna.

Las cosas suceden de esta manera.

Porque los objetos son impermanentes.

Con el tiempo por sí solos se marchitan.

Todo está sometido al devenir.

¿Qué hacer entonces? 

Ver la realidad, desarrollar la sabiduría.

Tomar el camino.

Y ver la realidad de la vida.

No podemos tomar algo y sujetarlo.

Esta es la realidad de la vida.

Con el paso del tiempo el proceso normal es crecer, envejecer.

Ningún objeto se queda igual.

Cambia su aspecto, su tamaño, su función...

La flor es bonita al principio, pero luego se marchita.

Se producen cambios importantes debido al proceso de transformación.

Las cosas son impermanentes.

La realidad está moviéndose.

Se halla en continua transformación.

Las circunstancias son cambiantes.

Ningún fenómeno permanece.

Todas las cosas que componen la realidad están sujetas al cambio.

El Universo entero está en constante tránsito.

En suma, nada es estático.

Percibamos la impermanencia.

Liberémonos de las ataduras.

Para fluir con la realidad.

Soltar ataduras, lastres, apegos, rechazos...

Al sentir repulsa, estás apegado, atado.

Cuando sientes atracción, estás apegado, atado.

Ver la realidad como realidad.

Esta comprensión es sabiduría.

No estar atados a emociones.

No estar atados a pensamientos.

Ni a objetos, situaciones o personas.

De aquí surge un estado mental muy saludable.

Un estado maduro, pues se ven las cosas como son.

Si no hay apego, vemos mejor la realidad.

Vemos la realidad como realidad.

Y aceptamos serenamente la realidad como realidad.

En definitiva, ver las cosas como son.

Aceptar toda clase de variaciones y fluctuaciones.

Meditemos sobre la impermanencia de este modo.

De ahí surge un estado mental muy saludable.

Esto es verdadera sabiduría.

El cambio puede tener consecuencias beneficiosas.

La impermanencia nos permitirá utilizar el cambio para mejorar, ser más sabios y seguir avanzando en la senda espiritual.

Gracias a la impermanencia podremos corregir nuestros defectos, impurezas mentales y oscurecimientos.

No hay nada que sea estable.

Es efímero este mundo donde nada perdura.

En un célebre escrito budista se dice:

"Transitorias son las cosas.

Surgir y decaer es su naturaleza.

Se producen y se disuelven".

Todo está cambiando constantemente.

Por ejemplo, nadie es capaz de parar el proceso de envejecimiento.

Incluso el planeta un día desaparecerá.

Aún así, esperamos que las cosas duren mucho y que todo continúe.

Pero este es un concepto erróneo porque todo cambia.

La impermanencia es un hecho constatado.

Para transformar nuestros pensamientos debemos aprender sobre la impermanencia.

Las cosas tienen un carácter efímero.

Contemplar y aceptar la impermanencia es auténtica sabiduría.




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