LA FELICIDAD Y SUS ENEMIGOS

La felicidad está dentro de uno mismo. La felicidad depende de la mente. Por este motivo, debemos esforzarnos en subyugar la mente cuando ésta crea problemas.

Donde esté la mente feliz, seremos felices. Con una mente hermosa, la vida será hermosa. Esto sucederá si tenemos la mente entrenada y la conocemos bien.

La meta del Dharma es la felicidad. La falta de apego nos hace felices. La dicha está relacionada con la salud de la mente. La felicidad mental es muy importante.

Cuando la mente se siente perdida, está en crisis o no encuentra sentido a la vida, la mente da problemas.

¿Dónde está la felicidad? Esta es una pregunta esencial, quizá lo primero que debemos preguntarnos. 

Si no nos sentimos dichosos, ¿acaso es que estamos fracasando? 

Los enemigos de la felicidad son las llamadas emociones aflictivas.

Cuando aparecen las emociones aflictivas como la avaricia, la ira, el egoísmo o el apego, no estamos felices ni contentos. La mente entonces se agita. El punto clave es reconocer estos sentimientos, saber qué son, en definitiva conocer bien la mente. Y conocer la experiencia mental que estamos teniendo. Para domeñar la mente primero hay que conocerla. Como digo, en primer lugar, debemos reconocer estos sentimientos, nuestra propia experiencia, identificar una a una nuestras emociones.

Podemos empezar por las emociones más burdas (intereses, deseos...). Observaremos nuestros sentimientos, todo tipo de sentimientos. A veces, los sentimientos son muy poderosos y podemos sentirnos abrumados. Observemos atentamente los sentimientos grandes (fuertes) y los pequeños (menos intensos) ¿Cómo son las emociones positivas? ¿Y las negativas? ¿Cuáles son sus características? Partimos de estas preguntas sobre las emociones concretas. Empieza por las sensaciones pequeñas, ya sean positivas o negativas.

Hay emociones vinculadas a situaciones concretas; otras dependen de nuestras interpretaciones o de nuestra cultura. Busquemos sus raíces, los fundamentos de las emociones. Hemos leído, pero no hemos meditado lo suficiente sobre nuestras sensaciones y emociones. Y, sobre todo, no las hemos conocido directamente. Las emociones hay que conocerlas DIRECTAMENTE, no a través de palabras o libros. Es mejor tener una experiencia muy directa de ellas.

Examinar una por una las emociones y sensaciones. Darse cuenta de que no tienen una existencia real. ¿Por qué? Porque son totalmente subjetivas. Sólo existen en nuestra cabeza. Si las observamos con atención plena ("mindfulness") se pacifican. De este modo, podremos neutralizar los efectos negativos de las emociones perjudiciales. Mediante la observación conoceremos mejor los sentimientos. Recomiendo tomar conciencia de ellos. Así aprenderemos a manejarlos y, al mismo tiempo, evitaremos que nos hagan daño a nosotros o a los demás.

Para nosotros lo más importante es la felicidad. Tanto la felicidad como su contrario, el sufrimiento, son  movimientos o reacciones de nuestra mente. En principio, la mente no sufre sin causa. Siempre se sufre por algo. La mente no se agita por sí sola. Si te concentras, serás capaz de apaciguar la mente.

Tenemos demasiadas cosas en la cabeza: proyectos, objetivos, metas, peleas, preocupaciones, intereses... Párate de una vez. No vas a conseguir nada comportándote así. Tenemos que tranquilizarnos. Si no nos detenemos para pensar va a haber más sufrimiento.

La impulsividad trae problemas. ¿Por qué somos impulsivos? Porque creemos que hay que hacer tal cosa rápidamente. Creemos ingenuamente que eso es la solución, la mejor forma de actuar. Somos impulsivos a causa de nuestras creencias. Una combinación de reflexión y sosiego es un buen antídoto contra el comportamiento precipitado.

Aconsejo meditar todos los días. Es una práctica altamente recomendable. Meditar, por ejemplo, sobre la bondad. Donde está la bondad está el sentido de la vida. Si meditas con frecuencia descubrirás que la vida es más bella de lo que imaginabas. Experimentarás cambios muy positivos gracias a la meditación.

Su santidad el Dalai Lama considera a las emociones negativas el "enemigo supremo", a causa de su capacidad destructiva. Estas emociones son más temibles si cabe, porque no hay posibilidad de separarnos de ellas definitivamente. Siempre están ahí, cerca de nosotros, en estado latente. Nunca acabamos de vencerlas del todo. Se vuelven a presentar una y otra vez cuando las circunstancias les son propicias.

La lista de emociones negativas es bastante larga: tristeza, abuso, desmotivación, estar asustado, amargura, angustia, agobio, ansiedad, sed de venganza, vacío, hastío, humillación, terquedad, terror, sentirse menospreciado, fobia, fracaso, fragilidad, frustración, furia, soledad (no deseada), rencor, rabia, preocupación, desprotección, pesimismo, pena, pesadumbre, odio, enfado, estrés, duelo, envidia, ofensa, estupor, impaciencia, impotencia, indignación, infelicidad, inferioridad, injusticia, desamor, insatisfacción, inseguridad, insuficiencia, intolerancia, ira, celos, culpa, cólera, depresión, derrota, desamparo, desánimo, desasosiego, desconsideración, abatimiento, desconsuelo, resquemor, desencanto, desesperación, desilusión, desolación, desprecio, desprestigio, desvalimiento, dolor, disgusto, exasperación, remordimiento, agravio, aflicción, decepción, zozobra, congoja, etc.

Hay que entender las emociones negativas. Entre ellas el enfado. Debemos esforzarnos en  comprender la ira. Si piensas sobre ello estás más tranquilo. Si peleas enfadado no llegas a ninguna solución. No seguir por el camino del enfrentamiento. Y, primero, aceptar con normalidad los sentimientos que tenemos sean cuales sean

Necesitamos ver la realidad de la vida. Reconozcamos que somos impulsivos, que a veces somos inestables, que estamos agitados por las emociones aflictivas. Lamentablemente, esta clase de emociones nos arrastra, nos confunde y nos manipula. Me refiero al egoísmo, la envidia, el enojo o la avaricia. Estamos manchados por todo esto. En nuestra mente hay muchas impresiones negativas debidas al rechazo, al enfado, al egocentrismo. 

Si quieres experimentar la felicidad, no es indispensable modificar toda tu vida. Únicamente hay que entender lo que pasa en tu interior. "Si la mente es hermosa, la vida es hermosa", dijo un maestro. En cambio, si la mente está amargada, la vida es amarga. Tenemos que sentir esto en el corazón.

A menudo aconsejo a mis alumnos y oyentes que reconozcan lo que sucede en su día a día. La experiencia del enfado, de las agitaciones, la experiencia de las reacciones agradables y desagradables tal como ellos las viven. Es bueno hacer cada noche un examen de conciencia y repasar lo que nos ha pasado durante el día a nivel emocional. Si eres constante en esta práctica notarás sus beneficios.

Observar detenidamente las emociones aflictivas. Por sí sola, la observación de las mismas ya es transformadora. Observar con atención esas emociones las calma. Es necesario vigilar nuestra propia mente. Esto es lo que nos recomiendan los yoguis experimentados. Aunque se realice la observación a un nivel sencillo, enseguida empezaremos a notar avances.



La mente no tiene forma ni color, pero piensa, imagina, recuerda, interpreta, anticipa. La mente es la que interpreta. Está realizando interpretaciones todo el tiempo: "esto me gusta", "rechazo esto", "tal cosa me resulta indiferente". Seamos conscientes de la diversidad de funciones que lleva a cabo la mente.

Dentro de la mente se producen los malos sentimientos. Es preciso que nos liberemos de ellos. Como ya se ha dicho, las emociones negativas son el enemigo; así que es preciso combatirlas y librarnos de ellas. Dentro de nuestra mente encontramos también la concentración. Cultivémosla. Nos será de gran utilidad en esta lucha por deshacernos de las emociones dañinas.

No me importa repetirlo las veces que sea necesario. Observemos la mente. Con la experiencia vamos comprendiéndola mejor y aprenderemos también cómo gestionar todo lo que hay dentro de ella. Los objetos usuales, los sonidos, los colores, todo lo tratamos como si fuera muy sólido y sustancial. Entendemos el sonido (por ejemplo, una canción) como algo muy consistente y real. Pensémoslo bien, el sonido es sólo oír, no es tangible, no lo puedes tocar. En realidad, el sonido es bastante insubstancial. 

Un sentimiento lo tratamos como algo físico. Nos parece muy real, incluso en ocasiones abrumador. Pero, bien mirado, es sólo una experiencia mental. Carece de existencia intrínseca. Solo está en nuestra cabeza. Saber esto nos ayuda a tranquilizar la mente. Los malos sueños, las pesadillas ¿por qué nos hacen sufrir? Porque creemos que son "reales". Cuando despertamos nos percatamos de que no eran reales en absoluto. Y entonces sentimos alivio.

Las proyecciones e interpretaciones con frecuencia nos alejan de la felicidad; hacen que veamos todo negro. Parecen reales, pero son sólo percepciones mentales. Porque la mente nos confunde y nos manipula. Todo esto sucede debido a nuestra ignorancia. Esas proyecciones no son más que ilusiones, meras fantasías. Las imágenes que proyecta la mente dependen directamente de la mente. Por eso son tan subjetivas. Pese a su insubstancialidad, son imágenes que a menudo nos hacen sufrir. 

Las etiquetas "positivo", "negativo" tienen que ver con nuestra mente y con las interpretaciones que solemos hacer. Cuando la mente está pacificada, se ve mucho mejor la naturaleza de los objetos, más allá de las etiquetas conceptuales. En ese caso, tenemos una visión distinta, más objetiva, más inspiradora. 

Cualquier objeto en realidad está libre de etiquetas. Piénsalo despacio. Una cosa es el enfado y otra el objeto del enfado. Una cosa es la avaricia y otra el objeto de la avaricia. Podríamos dar más ejemplos.

Nosotros separamos los sentimientos y los pensamientos, sin embargo los sentimientos dependen al cien por cien de los pensamientos. Podemos cambiar las interpretaciones mentales utilizando la meditación, el entendimiento y la sensatez. 

Las emociones cambian cuando cambian los pensamientos. Emociones y pensamientos van juntos. Y por encima de emociones y sentimientos se sitúa la conciencia pura, la conciencia gozosa.

La polución del agua está provocada por los residuos. Al ser eliminados esos residuos, el agua se muestra clara y cristalina. Algo similar ocurre con la mente. 

Si a la mente le extraes los residuos (pensamientos y emociones negativas, interpretaciones, etc.) se vuelve clara. 

El cielo recupera su luminosidad cuando se desvanecen las nubes grises. Entonces se puede apreciar la belleza de la mente en todo su esplendor.

Seamos conscientes de cómo aparece el proceso interior de las emociones dañinas, verdaderas enemigas de la felicidad.

Creencias, convicciones e interpretaciones se purifican a través de la meditación.

Tras la purificación se ve todo más claro. Se ve la belleza de la vida. 

Entonces se distingue muy bien el proceso de creación de las interpretaciones y creencia.

Se empieza a ver el mundo interior y el exterior con mayor lucidez.

Y de esta manera estamos más capacitados para alcanzar la felicidad.



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