LA AUTOCONFIANZA Y UNA ACTITUD SEGURA Y VALIENTE EN LA VIDA
"El que está lleno de confianza y virtud, posee gloria y riqueza y es honrado"
Dhammapada
Con el fin de desarrollar la autoconfianza, os aconsejo recordar las cosas buenas y no fijarnos tanto en lo malo. Esa tendencia a poner nuestra atención en la negatividad, en las malas noticias, en los sucesos tristes o lamentables es una tendencia muy marcada en el ser humano. Y esta tendencia, por desgracia, eclipsa parcial o totalmente los numerosos aspectos positivos de la vida. Otro factor decisivo para potenciar la seguridad en uno mismo es superar los miedos. De este modo, sin ninguna duda, se fortalecerá la autoconfianza.
Para robustecer nuestra confianza personal es conveniente preguntarse a uno mismo: ¿Qué me hacen esas personas que tanto me molestan, hieren, perjudican o me hacen sentir mal?, ¿Cuáles son mis reacciones ante los actos y comentarios de estas personas cuyas palabras me alteran? Una manera más de fomentar la autoconfianza es plantearse cómo vamos a afrontar las situaciones y circunstancias adversas tales como crisis económicas, enfermedades graves, desastres naturales, pandemias... ¿Qué medidas vamos a implementar para combatirlas o aminorar sus efectos, por ejemplo, revisar su eficacia periódicamente, etc?
En resumen, he indicado cuatro modos de aumentar la autoconfianza:
1. Fijarnos en las cosas buenas más que en las malas
2. Vencer los miedos
3. Analizar por qué me alteran ciertas personas
4. Prepararse para las situaciones más adversas.
Una autoestima deficiente afecta muy negativamente a la autoconfianza. Por eso es tan importante tener una buena autoestima. Caes en un extremo si piensas que eres Don Perfecto, el mejor entre los hombres. De igual modo, tener la autoestima por los suelos y pensar cosas como "No tengo capacidad", "No valgo para nada", "Soy un pobre hombre", etc. también resulta exagerado. Ni un extremo ni otro. Ni demasiado arrogante ni negativo en exceso. Ni demasiado presumido ni excesivamente pesimista respecto a tí mismo. En todo caso, tener la mente en estado de baja autoestima, no necesariamente es malo si lo entendemos como un punto de partida con vistas a mejorar posteriormente.
Si tenemos baja autoestima, nuestra meta es recuperar la autoconfianza. Tal vez haya cosas que nos hacen sentir vulnerables y débiles, no existiendo razones objetivas para ello. Piensa en las cosas buenas de las experiencias que tienes y, seguramente, esto traerá consecuencias provechosas.
Por otro lado, reflexionemos un poco acerca de lo que somos, de lo que hay. Para estar contento con uno mismo tenemos ya todo lo que necesitamos. Sólo es cuestión de trabajar todas las capacidades de las que estamos dotados y de mirar este asunto de una forma adecuada. Con otras palabras, la satisfacción con nosotros mismos y la autoconfianza están al alcance de nuestra mano, a condición de que trabajemos con "lo que hay", es decir, con nuestras facultades y talentos.
Bajo ningún concepto, debo sentirme disminuido por las cualidades de los demás. Por ejemplo, si una persona puede cantar bien no significa que yo no posea otros talentos. El hecho de que yo no tenga determinado talento no implica que no pueda llevar una vida plena y significativa.
Ya tenemos cierta edad y a lo largo de nuestras vidas ha habido personas importantes para nosotros. Es hermoso recordar a las pesonas que nos han influido positivamente y nos han ayudado a descubrir y potenciar nuestras cualidades. Esas personas merecen nuestro agradecimiento por sus aportaciones, ya que en su día elevaron nuestro nivel de autoconfianza.
Estamos obsesionados con algunas cosas: si nos quieren o no, si ganamos mucho o poco dinero o si los políticos actúan de la forma correcta. Sin embargo, creo que valoramos poco las ventajas de las que disfrutamos, las cosas buenas que recibimos. Conviene centrarse más en los aspectos positivos, como dije al principio, no olvidarlos, valorarlos como es debido. Esto contribuye a mantener y mejorar la confianza en nosotros mismos.
También mejora la autoconfianza el contar con amigos que reconozcan nuestras cualidades y nos apoyen en los momentos difíciles. El cultivo de las virtudes ("paramitas") tiene un efecto muy positivo sobre al autoconfianza, ya que hace que un ser humano tenga una personalidad más completa. Por medio de la purificación y la práctica de las virtudes alcanzaremos una mente fuerte, estable y poderosa. Con el tiempo ningún obstáculo será lo suficientemente grande para nosotros.
He aquí una excelente receta para fortalecer la autoconfianza: eliminar el miedo a las circunstancias adversas, tomar un buena actitud ante los problemas. De esta manera, lograremos construir una personalidad más enérgica y más fuerte. Cuando la mente está bajo la influencia del miedo -y lo sabemos por experiencia- tiende a hacer los problemas más grandes de lo que son. Como se suele decir coloquialmente: hacemos una montaña de un grano de arena. Así pues, nunca debes tener miedo. Todo depende de cómo vas a considerar cada obstáculo que se presente y de cuál será tu actitud ante esos escollos. Para enfrentarnos a retos, barreras y contrariedades del tipo que san, es preciso adoptar una postura valerosa.
Disponer de más conocimiento y de un conocimiento preciso y adecuado sobre los problemas y obstáculos ayuda mucho. Interpretar de modo negativo no ayuda en absoluto. Todo o casi todo puede arreglarse. "Nihil novum sub sole" (No hay nada nuevo bajo el sol). La gran mayoría de los problemas ya se conocen. Así pues, no temer a los problemas y sufrimientos. Debemos ser valientes. Si no tienes miedo, los problemas no te afectarán igual. Con el tiempo, los problemas pasan como una corriente de aire.
Si nos dejamos arrastrar por el miedo, aparecen sentimientos negativos como el enfado, la decepción, el desengaño, la desilusión, la frustración... Todo esto sucede por no tener un buen conocimiento del problema y por haber adoptado una actitud inadecuada. Que suceda lo que tenga que suceder. No conviene preocuparse en exceso por lo que no ha sucedido y quizás nunca suceda. En realidad, pasa lo que debe pasar. Como dice un proverbio español: "Lo que sea sonará". No os inquietéis por un futuro incierto sin buenas perspectivas. Lo ideal es aceptar los acontecimientos de forma sosegada, con resignación y paciencia.
Si tratas un problema en positivo, conseguirás un resultado positivo. Esa es, en mi opinión, la mejor manera de enfocar las situaciones difíciles, preservándose a uno mismo. Pensando frecuentemente así, nuestra autoconfianza crece. Llevar en la cabeza todo el tiempo pensamientos negativos nos agota y tiene escasa utilidad. Al dar vueltas a un problema, buscando datos para culpar a otro o alimentar la llama del odio o la ira, perdemos el tiempo, pues esta forma de actuar no aporta ninguna solución. En estos casos, es perciso permitir que la mente descanse. Es preciso asimismo buscar las causas de esas emociones perjudiciales o de esos pensamientos catastróficos. Reconozcamos con franqueza, además, que a menudo nos regodeamos en las emociones negativas como el enfado, el odio o la envidia, actitud que da más pábulo a dichas emociones. Afortunadamente, hay una solución: la Liberación.
Para desarrollar un buen nivel de autoconfianza hay que mantener a raya a las emociones aflictivas. En este sentido es muy útil la meditación. Meditar sobre las características de las emociones aflictivas: de donde vienen, qué las alimenta, cuáles son sus antídotos más eficaces... También conviene reflexionar sobre el "samsara". "Samsara" significa mundanidad, los engaños y las percepciones falsas, especialmente a nivel burdo. Nos hace falta despertar. Alcanzaremos ese despertar si somos sabios, si dominamos nuestra mente y no consentimos que nuestra mente se contamine por los engaños o emociones aflictivas.
Con el fin de tener control sobre nuestras emociones, debemos observarlas atentamente. En general, recomiendo observar nuestra mente como un científico observa su objeto de estudio, por ejemplo, una planta. Con atención, objetividad, paciencia, reuniendo datos, describiendo con precisión las características, funciones, forma, etc. Nada es estático o permanente; hay que observar su proceso, los diversos factores que intervienen. Los procesos son muy importantes. Preguntas como éstas guiarán nuestra indagación: ¿Cómo se origina el enfado o la alegría? ¿Cómo se genera una sana autoestima? ¿Qué factores intervienen? ¿Cuáles son sus procesos?
Las emociones negativas tienen una gran influencia sobre nuestras percepciones mentales. La mente y sus percepciones varían según los estados anímicos. Esto se debe en gran medida a las manipulaciones y engaños que realizan las emociones aflictivas. Si reconoces e identificas con claridad estas influencias (a menudo no somos conscientes de ellas) puedes empezar a avanzar espiritualmente. El progreso espiritual repercutirá positivamente en nuestra autoconfianza.
Es necesario purificarnos, limpiar todas esas emociones negativas (enfados, preocupación, confusión, estrés, envidia...) que nos están influyendo de manera perniciosa. La purificación de las emociones negativas y los pensamientos que bajan la autoestima sin duda alguna van a fortalecer la sensación de seguridad en nosotros mismos.
Cuando nos sentimos seguros de nosotros mismos, nos respetamos y respetamos a los demás. Quienes hablan con seguridad y confianza demuestran que creen en sí mismos. Este tipo de personas, como ya se ha dicho no son ni demasiado tímidos ni demasiado avasalladores. Saben que sus ideas y sentimientos son importantes, y los tienen en cuenta. Así actúa una persona con autoconfianza.
La autoconfianza implica sentirte seguro de tí mismo, de tus cualidades y talentos. Pero no de manera arrogante sino de un modo sensato, realista. Esta seguridad no significa sentirte superior a los demás. Más bien se trata de saber internamente y con serenidad, que eres una persona capaz en diversos aspectos. Capaz de tomar decisiones acertadas y de desenvolverte bien en la vida.
¿Cómo se destruye la autoconfianza? El hábito de compararnos con otros sólo para hacer destacar nuestros defectos, complejos e inseguridades es la forma más rápida de destrozar nuestra autoestima. Exigirse demasiado, ponerse metas excesivamente altas (bien influidos por nuestra familia o bien por nuestra ambición) conduce invariablemente a la frustración. También debilita mucho la autoconfianza no darnos la oportunidad de desarrollar nuestras capacidades, el no aceptarnos como somos, temer la opinión de los demás o sentir que no podemos o no vamos a conseguir lo que nos hemos propuesto.
Un apego o aferramiento desmesurado también causa problemas que pueden menoscabar nuestras autoconfianza. Si estamos demasiado aferrados al objeto de apego (ya sea una persona, una idea o una cosa) cuando pierdas el objeto de apego o este se rompa o desaparezca, experimentaremos un gran dolor. El aferramiento causa dolor y sufrimiento. Lo vemos con frecuencia a nuestro alrededor.
Escuchar las enseñanzas de los maestros acerca de la vacuidad nos ayuda a relativizar y vaciar de contenido todos aquellos factores y circunstancias que pongan en peligro nuestra autoconfianza.
La búsqueda de refugio en las Tres Joyas, siempre merecedoras de veneración, constituyen un recurso eficaz que pone la religión budista a disposición de sus seguidores para combatir todo tipo de problemas.
Como acabamos de ver, el budismo proporciona al practicante una serie de recursos y herramientas (la meditación, la práctica del desapego, la sabiduría de la vacuidad...) bastante útiles para purificar las emociones y pensamientos negativos así como para construir una valoración positiva de la propia personalidad. Esos mismos recursos sirven para fomentar una actitud de entereza y valentía ante la adversidad, sea cual sea la forma que esta adopte y también están orientados al desarrollo de una autoconfianza fuerte y sana.
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