ORIGEN DEL SUFRIMIENTO Y COMO AFRONTARLO
En la vida del samsara (ciclo de nacimientos, vida, muertes y renacimientos) siempre aparecen dificultades, problemas, complicaciones, enfermedades... Todos estos obstáculos pueden desanimarnos y afectar nuestra autoconfianza.
Para afrontar este tema, desde los postulados del Dharma en primer lugar debemos aceptar que el samsara (el Universo) contiene emociones aflictivas y percepciones falsas.
Además, nuestro corazón está atado por las emociones aflictivas, las ignorancias, las tribulaciones, las preocupaciones. Aunque las situaciones vayan cambiando, nuestra mente, casi siempre está atrapada, y por este motivo sufrimos.
El origen y las características de tales situaciones no nos abruman. Esta es la mejor forma de afrontar estas adversidades a nivel personal (disgustos, quejas, rencores, odios, etc.). Normalmente, el problema viene de que no observamos la situación de forma correcta. Un aspecto a nuestro favor es que el ser humano sin duda tiene capacidad para analizar este tipo de situaciones. Observando y analizando adquirimos conocimiento y este conocimiento puede vencer al samsara (la existencia mundana).
¿Por qué nos pasan a nosotros estas cosas negativas?. Según el Dharma (doctrina) estamos equivocados, partimos de una idea errónea. Creemos que las emociones y situaciones negativas son una anomalía o algo raro. No es así. en el "samsara", en la vida real, hay escollos y dificultades; las adversidades están a la orden del día. si no te toca hoy, te puede tocar mañana. Te podría suceder a tí, del mismo modo que le puede suceder a otros. Los problemas se presentan. No obstante, una persona puede salir adelante.
Buda vio no la verdad última del sufrimiento con gran claridad. El sufrimiento es la realidad de la vida del "samsara". Dicho con otras palabras, samsara y sufrimiento son inseparables. sin embargo, es preciso decir que el sufrimiento mental depende en gran medida de nuestra valentía y coraje. Esta idea procede de la visión correcta.
Los disgustos y tristezas son motivo de sufrimientos. La juventud pasa pronto para dejar paso a la ancianidad. Las enfermedades causan dolor. Algunas relaciones personales son conflictivas. El sufrimiento mental es generado por emociones. Pero todo este caudal de sufrimiento es resultado, la mayoría de las veces, de engaños, de actitudes mentales y, en definitiva, de puntos de vista que adoptamos. Según Buda, el sufrimiento depende no tanto de las emociones como de nuestra forma de pensar. Mientras no afecten a nuestra parte emocional, no consideramos que haya sufrimiento. Practicando el Dharma, uno puede sentirse bien, incluso, padeciendo enfermedades, si adopta la actitud mental correcta.
En el libro "El arte de la felicidad" se narran historias de este tipo, historias básicamente de superación. Es posible que las enfermedades no te afecten porque estás convencido que no te van a afectar. Incluso, mentalmente, se describen casos de pacientes que son más felices que antes del inicio de la enfermedad.
Si estás deprimido o padeces emociones negativas como el estrés, te domina la ira, etc, piensa en el consejo que daba Santideva: "Si hay remedio, ¿por qué te preocupas?" Todo depende de cómo te tomes las cosas. Depende, por tanto, de tu interpretación del mundo. Cuando tu mente está coloreada de negro, te sientes amargado y todo parece negro. Si la mente se halla en un estado luminoso, lo ves todo de color claro a tu alrededor.
Naturalmente, también ayudan a superar los estados aflictivos. La práctica de la paciencia, la sabiduría y la bondad. Esto es importante. Detrás de muchas situaciones negativas o aflictivas encontramos odio, egoísmo, falta de ética. entonces, hay que vencer los engaños a los que está expuesta la mente humana.
Si una situación la interpretamos positivamente, aparecerán sentimientos positivos. Las emociones no surgen por sí solas. Si interpretamos una situación dad de forma negativa, casi seguro aparecerán sentimientos negativos. Los sufrimientos mentales no vienen por sí solos. Proceden de nuestras interpretaciones. Por consiguiente, está en tu mano controlar esas emociones, realizando interpretaciones adecuadas. Todo depende en gran medida de tus interpretaciones.
¿Por qué me pasa a mi?. En realidad le pasa a todo el mundo. La vida es así. Los problemas y las contrariedades llaman a la puerta de todas las personas. Acéptalo con serenidad. Asúmelo con resignación y paciencia. A todos nos pueden afectar cualquier tipo de emociones negativas, apego, aferramientos, adicción...
La mente cree que lo que siente es la verdad. Cuando sucede esto el ego está actuando. Cuando una persona se confunde es porque el ego existe. Decimos: "me siento así". Y ese sentimiento para nosotros es la verdad. Pero no podemos depositar nuestra confianza en los sentimientos. No son dignos de confianza. La base de los sentimientos es el ego. Vamos a centrarnos ahora en el ego. ¿Dónde está el ego?. No lo encontramos. No encontramos el ego ni en los sentidos, ni en las emociones, ni en la sangre, en ningún sitio... El ego no aparece por ninguna parte.
Avancemos en nuestra sabiduría, en ver la verdad de la vida. De este modo, descubriremos muchas cosas. En la filosofía del Dharma (doctrina), la verdad no se obtiene de manera directa e inmediata, sino a través de la lógica. No hay que alimentar nuestro propio ego, ni nuestros engaños. La verdad se puede alcanzar mediante la reflexión, para no caer en los engaños del ego.
Conviene actuar por sinceridad, sin celos ni envidia. No es bueno actuar movido por la envidia. Aunque no nos impulse la compasión, pero al menos ser sinceros en nuestras conductas. No importa que sean actos grandes o pequeños, pero que sean sinceros.
El deseo complica, entorpece y enreda la mente. El deseo crea complicaciones. No tiene descanso ni final. Quiero esto o aquello. Rechazo lo de más allá. Me atrae o me gusta esto. Deseo oir o ver aquello. Los deseos no se acaban nunca, y por tal motivo generan inquietud y constante insatisfacción.
Todos los fenómenos surgen de causas y condiciones particulares. Si cesan esas causas y condiciones cesan también los fenómenos. Idea que se puede aplicar a los sufrimientos, entendidos como fenómenos. Si desaparecen las causas y condiciones de los sufrimientos, éstos se desvanecen. Desde el punto de vista del budismo, los fenómenos carecen de entidad. Existen sólo en interdependencia. Una cosa existe condicionada por la existencia de otras. Los seres y fenómenos forman un compuesto de varias cosas; así pues no tienen entidad propia. Cada fenómeno está originado por diversas causas y condiciones. Por tanto, carece de entidad propia. Todos los fenómenos existen en función de conexiones y vínculos entre causas y efectos. Esta filosofía se denomina Sabiduría de la vacuidad.
Las cosas no existen por sí mismas. La vacuidad es la esencia última de los fenómenos, incluída la mente. La vacuidad es la esencia última de la mente. Conciencia pura, libre de elaboraciones conceptuales. La mente no tiene esencia. Nuestra mente tiene muchas percepciones erróneas. Si estamos avanzando, seremos capaces de discernir entre lo verdadero y lo falso. En nuestra vida cotidiana nos confundimos. Nuestra mente nos engaña con cierta frecuencia. Por ejemplo, para un niño, un juguete es muy importante. Se trata, claramente, de una percepción errónea. Es preciso verla como errónea. Es lo mejor. ¿Cómo?. Mediante el razonamiento. También, a través de la experiencia.
Volviendo al tema del ego, el ego no tiene una existencia real. Yo me siento yo. El yo lo identifico con mi cuerpo o con mi mente. Sin embargo, la mente es otra cosa distinta del yo. El cuerpo es otra cosa, aparte del yo. El ojo ve, el oído oye. Cada sentido realiza sus funciones. Yo no soy exactamente mis ojos o mi oído. De acuerdo con el Dharma el ser humano es una combinación de cuerpo y mente. Ambos aspectos forman una unidad. Cuando investigamos la experiencia, descubrimos percepciones erróneas. Estas percepciones falsas las consideramos reales. Confundimos las percepciones reales con las falsas.
La mente experimenta plenitud gracias a las virtudes y las buenas cualidades. Nuestra mente se vuelve equilibrada, estructurada si la alimentamos con virtudes. Sin embargo, los deseos son negativos. El ego nunca puede estar contento ni satisfecho porque no es real. Este es el gran engaño. El ego nunca es feliz. Jamás estará satisfecho, pleno. Si la mente está contaminada por emociones aflictivas no se puede alcanzar el bienestar. Y al contrario, con ideas positivas, saludables, razonables y prácticas, la mente está satisfecha. No hay que confundir lo esencial con lo no esencial. Conviene ver lo esencial en lo esencial y la esencia en la esencia. La avidez no penetra en una mente bien desarrollada.
¿Hay una felicidad sin apego? Una pregunta interesante. ¿Existe una felicidad sin aferramientos, sin adicciones? Uno puede ser feliz, sentirse cómodo y disfrutar de la felicidad emocional, sin apegos. A través de la meditación. La mente está bien protegida, pacificada. Las emociones caprichosas, los vaivenes sentimentales, los apegos acaban debilitando el equilibrio de la mente. Si te aburres, por ejemplo, quieres cambiar, sientes inquietud. Gracias a la meditación la mente se normaliza, está fuerte. Las meditaciones pacifican y debilitan las emociones negativas.
Hay yo en dos sentidos. Nivel convencional. Yo existo aparentemente, no hay cuerpo, identificable, compuesto por una serie de agregados o componentes, igual que una flor o cualquier otro ser. Nivel absoluto. En este nivel el yo no existe. Bajo este punto de vista, entra en juego la originación dependiente. Ningún fenómeno tiene entidad por sí mismo y eso sucede porque todos los fenómenos, seres y objetos son interdependientes.
Podríamos afirmar que el yo existe en la memoria. Pero es que la memoria es una función de la mente, una facultad mental. La conciencia da sentido a las palabras, las interpreta. La historia de un objeto depende de la conciencia. En resumen: la conciencia lo hace todo.
La conciencia interpreta los sonidos, los colores, las formas. De algún modo, al percibir e interpretar el exterior, la conciencia crea el mundo. Los datos que vienen del mundo exterior son procesados continuamente por nuestra mente.
Además, la conciencia acumula acciones positivas. Nuestra vida viene de otros seres, pero somos diferentes de nuestros antepasados.
El ser humano es conciencia, una combinación de cuerpo y mente.
La conciencia no es el yo. El yo no es una idea. El yo carece de solidez.
El cuerpo cambia, la mente cambia. No soy el mismo que fui cuando tenía 14 ó 17 años.
El yo carece de sustancia.
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