La mente es feliz cuando...
La mente es feliz
cuando las emociones y los pensamientos se calman.
Y, entonces, a través
de nuestro propio control logramos la calma y tenemos la experiencia de la paz.
La meditación de hoy
consiste en concentrarnos en un solo punto. Al centrarnos en un punto los demás
pensamientos y emociones cesan.
Cuando caminemos por
la calle, estemos trabajando o realizando cualquier otra actividad, seamos
conscientes de nuestras reacciones. Esto tendrá una influencia positiva en
nuestra vida.
Sed conscientes de
vuestras sensaciones físicas y psicológicas ahora. No miréis nada como algo
positivo o negativo. Mejor vedlo todo en términos de experiencia mental. En la
medida en que seamos capaces de hacer esto, la meditación seguramente será
provechosa.
Es posible transformar
nuestros juicios, emociones e interpretaciones negativas, viéndolo todo ello como
experiencia mental y no como algo necesariamente negativo.
Hacer esto cambia de
forma inmediata esas emociones negativas.
Estad conscientes de
la respiración y de las sensaciones físicas que aparecen en nuestras fosas
nasales.
La atención debe ser
intensa y nítida. Debería ser fresca, no indiferente. Cuando nos distraemos –algo
que es muy normal- no debemos preocuparnos por ello. En lugar de agitarnos,
volvamos la atención hacia el proceso de respiración: inhalación, exhalación.
No debemos permitir
que la atención se vaya hacia el pasado o hacia el futuro. El pretérito ya no
existe. El futuro está por venir. Ahora la realidad es nuestra meditación,
nuestra postura. Mantener la atención en el momento presente.
Los pensamientos,
dejadlos ir. No importa cuál sea su número. Dejamos que se vayan. No prestamos
atención a las distracciones.
La compasión amorosa.
Estrenar nuestra mente en el amor y la compasión.
Para entrenarnos en
ello, contemplemos los beneficios del amor y la compasión.
¿Porqué son
importantes el amor y la compasión?
Por diversos motivos
que vamos a ir viendo.
Demos generosamente
nuestro amor y nuestras virtudes a todos los seres. Esta es la pauta básica.
El amor y la compasión
son relevantes para nuestras vidas. Pero, normalmente, estamos llenos de
conflictos personales y emociones negativas. Entonces, ¿cómo vamos a generar
compasión?
La práctica del
amor y la compasión va a crear una mente positiva, nos ayudará a superar
los obstáculos y nos facilitará la convivencia con los demás.
Buda y sus discípulos
averiguaron qué es y de donde proviene la felicidad. Para lograr la felicidad,
tenemos que abrir nuestro corazón, aunque esté atrapado en nuestro ego por
confusiones, problemas y conflictos.
Cuando miramos al
interior o al exterior hay tantas tensiones y desavenencias que esto se vuelve
agotador.
Se vuelve evidente que
todo lo referimos a nuestro ego, a mí. Me pasa a mí, me duele a mí, me ofende
tal comentario a mí. Debemos superar nuestro ego, salir de él. De este modo,
estaremos menos preocupados, menos a la defensiva.
Seamos más lógicos y
prácticos. Esta actitud de estar constantemente refiriéndose a mí, es agotadora
y surgen más sospechas, recelos y alucinaciones.
Intentemos liberarnos
de los enredos mentales de la actitud egocéntrica y de las trampas del ego.
Intentemos abrirnos. Cuando servimos a los demás, encontramos nuestra esencia.
Cuando nos perdemos a
nosotros mismos, sirviendo a los demás, nos encontramos de verdad.
De acuerdo con el
budismo, ¿qué es el sufrimiento? El sufrimiento está relacionado con
nuestros engaños mentales. El sufrimiento es creado por nuestra ignorancia. En
realidad, el sufrimiento no existe de forma inherente en las situaciones o
circunstancias. No podemos saber qué es el sufrimiento. Podemos explicarlo.
Muchas cosas que
hacemos las hacemos para satisfacer nuestro ego, no porque las necesitemos ni para
beneficiar a los demás.
Si lo pensamos bien,
no las necesitamos. Las hacemos sencillamente para satisfacer el ego. Pero
nuestro ego nunca se siente satisfecho.
El sufrimiento
proviene precisamente de nuestra actitud egoísta tan acentuada.
El conocimiento que
hemos adquirido, nuestro dinero, la religión que profesamos, todo ello puede
convertirse en algo dañino por causa del ego.
Si podemos
transformar nuestro ego, seremos sin duda más felices. La actitud
egocéntrica es mente, no existe de forma substancial. Según el pensamiento
budista, esta actitud no está basada en la verdad, sino en la ignorancia,
aunque el egocentrismo es una estructura poderosa.
Visualización:
La meditación
contemplativa, como su propio nombre indica, está pensada para contemplar.
Primero, tomamos
nuestros propios sufrimientos y negatividades. Los visualizamos. Visualizamos
que en nuestro corazón se localiza nuestra actitud egocéntrica, esa inclinación
tan marcada que tenemos hacia el egoísmo.
Visualizamos también que las
enfermedades, emociones negativas y aflicciones son un humo oscuro. Entonces
imaginamos que todo ese humo negro pasa por el corazón atravesándolo y
desaparece por detrás de nosotros en el espacio.
Estamos conscientes de
nuestra sensación del yo. Todas nuestras aflicciones de tipo físico o mental
ahora son humo negro. Ese humo negro con sus ondulaciones pasa por nuestro
corazón a través de un círculo y sale al espacio. De este modo el humo oscuro
de las aflicciones y la negatividad, se desvanece finalmente en el aire.
Nuestra disposición egocéntrica es destruida o al menos queda disminuida.
Esta visualización nos
ayuda a transformar nuestros padecimientos tanto corporales como psicológicos.
Y al final, nos quedamos puros y luminosos.
Todas las sensaciones
negativas que tengamos las visualizamos como humo oscuro que se va disolviendo
lentamente al atravesar el círculo de la actitud egoísta situado en nuestro
corazón. Al final, este humo espeso cargado de negatividad sale hacia atrás por
nuestra espalda y desaparece en el espacio de la vacuidad. Es absorbido
totalmente.
Así, nuestra parte física
y mental queda sanada, purificada y libre de sufrimiento. Nos sentimos entonces,
más libres y ligeros, sin el peso de la aflicción.
Todos los seres,
amigos o desconocidos que nos rodean, los imaginamos. Todos ellos son infinitos
como el espacio. Todos estos seres, independientemente de sus circunstancias
personales, su rango social, edad o color de piel, tienen aflicciones,
obstáculos, frustraciones…
Vemos como ese
conjunto de circunstancias negativas se convierten en flotantes hilos de humo
oscuro que se aproxima a nuestro corazón. Las volutas de humo atraviesan
despacio nuestro corazón y salen por detrás, disolviéndose en el espacio.
Todos los seres con el
tiempo se liberan del sufrimiento, cualquiera que sea la clase o gravedad de
este. Los escollos se superan, se vencen las adversidades, las circunstancias
negativas se transforman.
Todos los seres se
sacuden el yugo de las ataduras, los apegos, las falsas ilusiones, los engaños.
Quedan purificados, sin manchas.
Imaginemos así mismo
que sus problemas son humo de color oscuro. Ese humo va penetrando en el
círculo de nuestra actitud egoísta hasta que finalmente sale por nuestra
espalda y se disuelve en la vacuidad.
Los amigos, los familiares,
los extraños, los imaginamos libres de sufrimiento. Es más: vemos en nuestra imaginación
como alcanzan el nivel más alto de felicidad.
Los enfados y la
agitación que estén afectando a estos seres se trocan en humo oscuro que pasa
por el círculo y una vez más, se disuelve.
Al pasar con lentitud
el humo oscuro por el círculo, destruye nuestra tendencia hacia el
egocentrismo. El humo con su contenido de penalidades y sufrimientos se
desvanece después de atravesar el círculo en la vacuidad del espacio.
Nuestro cuerpo y
nuestra mente han experimentado una modificación positiva.
Todo el universo se
transforma en algo positivo y puro.
Ni siquiera existe la
palabra sufrimiento.
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