LA PACIENCIA
Es bueno cultivar la paciencia. A nuestra mente le falta entrenamiento en este aspecto. Hemos de cultivar la paciencia porque es un magnífico antídoto contra el enfado y otros factores mentales dañinos.
Si la educamos en el cultivo de la paciencia, nuestra mente se vuelve más equilibrada. Además, estaremos mejor preparados para superar situaciones difíciles.
Aprendemos muchas cosas pero llegamos a pocas conclusiones. Acumulamos información, pero nos inhibimos a la hora de tomar decisiones. Todo esto sucede porque no hemos cultivado la paciencia de forma adecuada. No hemos profundizado en las cosas con la calma y tenacidad convenientes.
Cuando surgen escollos y obstáculos surgen a la vez las dudas y uno se pregunta si está en el camino correcto. Tales dudas se diluyen si practicamos la paciencia, si somos pacientes y perseverantes.
Todos los resultados, ya sea en metas mundanas o espirituales, se logran mediante el esfuerzo. El esfuerzo alegre y con entusiasmo. Se necesita esfuerzo para fortalecer la paciencia.
En diferentes ocasiones necesitamos distintas motivaciones con el fin de mantener el esfuerzo y el entusiasmo requeridos. Se denomina esfuerzo gozoso o virtuoso al que nos conduce a una meta virtuosa.
¿Por qué fallamos en nuestro esfuerzo y a veces no alcanzamos nuestros objetivos? Muchas veces perdemos el entusiasmo. ¿Por qué? Por la pereza y la indolencia. Estas actitudes son lo opuesto al esfuerzo virtuoso. En la medida en que haya indolencia no habrá entusiasmo y viceversa.
En los sutras se habla de estos temas. En el sendero hacia la iluminación y hacia la liberación del “samsara” (ciclo de nacimiento, vida, muerte y reencarnación, mundanidad) se precisa esfuerzo. Por eso hay que evitar la pereza, manteniendo el entusiasmo.
La indolencia y la pereza provocan numerosos resultados perjudiciales. La relajación respecto a nuestras metas debería tener un límite, ya que al final no nos sentiremos bien. La pereza, básicamente, consiste en apegarse a las “actividades inferiores”.
La pérdida de tiempo nos impide llegar a las metas. La falta de disciplina nos aleja de ellas. No alcanzar nuestros objetivos es motivo de decepción. También, lamentablemente, aparece la búsqueda de la comodidad excesiva. A esto se le llama “actividades inferiores”.
Para corregir estos problemas y ser perseverantes en el tiempo, conviene, en primer lugar, reunir la información adecuada. ¿Qué significa la meditación para mí? Dar a nuestros objetivos un sentido personal. Además, también es conveniente saber que habrá dificultades. Es muy útil poseer determinación y usar el esfuerzo gozoso, como armadura.
En cualquier tipo de proyecto o negocio, se requiere conocer las dificultades que hay para no desalentarnos. Y disponer de los conocimientos necesarios para llevar a cabo el proyecto.
A fin de transformar nuestra mente ordinaria y conseguir su liberación, es preciso saber las dificultades y como sortearlas. A buen seguro, el esfuerzo gozoso nos ayudará en este camino hacia la liberación. Hemos de utilizar el esfuerzo gozoso como armadura. Este tipo de esfuerzo nos permitirá acumular méritos.
Nuestra mente está llena de engaños. Es importante comprender las diversas clases de engaños mentales. En la vida hay muchos juegos de ganar y perder. Tenemos que saber qué consecuencias tendrán estos juegos, engaños y distracciones. Aprender a reconocer nuestros engaños mentales. Los engaños no están separados de la mente sino dentro de ella. Por otro lado, el desapego es necesario como paso previo para obtener una felicidad genuina. Soltemos nuestro aferramiento a las actividades inferiores (pereza, indolencia, falta de esfuerzo, búsqueda de comodidad excesiva…). Esto nos beneficiará en nuestro viaje espiritual.
Tenemos miedo de hacer frente a los problemas y asumir responsabilidades. La mente puede entrenarse. Podemos cultivar la seguridad, la confianza, la paciencia, el valor y la responsabilidad para enfrentarnos a los problemas, sean del tipo que sean.
Estaremos preparados entonces, ya sin temor, para hacer frente a las dificultades. Tendremos más conocimiento sobre los problemas. De este modo, dejaremos de tenerles miedo. Y, finalmente, aumentará nuestra capacidad para enfrentarnos a ellos.
Buda enseñó a sus discípulos la meditación en la vacuidad. Las actividades inferiores poseen la naturaleza de la vacuidad. Estas actividades existen en el nivel convencional pero no en el nivel más profundo.
En el nivel último no hay meta que alcanzar. La falta de confianza, la pérdida de entusiasmo, la indolencia y la pereza se vencen de la forma en que se ha explicado.
Inicialmente, puede que uno se desaliente y crea que no es capaz de alcanzar la iluminación. Se pierde entusiasmo, pensando así. Debemos recordar, a este respecto, las palabras de Milarepa: “Al principio sentía que la iluminación estaba tan lejos, pero cuando comprendí la verdadera naturaleza de la mente, lo sentí muy cerca”.
Nos vamos familiarizando con el conocimiento gradualmente. Si mantenemos el interés, alcanzaremos más conocimiento sobre el significado de la confianza, la “bodichita”, la compasión, etc.
Incluso los animales vemos que tienen capacidad para mantener su esfuerzo. En la práctica del amor y la compasión vamos a encontrar muchas dificultades. Quizás por ello nos sentiremos desalentados e incapaces.
En el sendero del Dharma (doctrina) habrá dificultades. Esto nos puede desalentar. Pero si logramos deshacernos de las emociones aflictivas, gracias a la práctica paciente, experimentaremos felicidad. Iremos de felicidad en felicidad.
Si nuestra actitud se basa en la compasión genuina, acumulamos grandes méritos que nos ayudarán.
Si no hay acciones no virtuosas
no hay sufrimiento como resultado.
La mente es muy hábil para generar sabiduría.
Si la mente ha transformado todos los engaños,
no se manifestará el sufrimiento mental.
“Si eliminamos lo no virtuoso
carecerás de sufrimientos físicos”. (Santideva)
“Quien alcanza la sabiduría
no tendrá sufrimiento mental” (Santideva)
Si lo vemos de esta manera, tendremos entusiasmo y esfuerzo virtuoso.
La actividad dhármica depende de nuestra voluntad. Las actividades concentradas en nuestro ego (solo para ganar dinero o estar uno mismo ocupado) se consideran mundanas. Las actividades motivadas por la compasión, la ayuda desinteresada a los demás se convierten en una actividad virtuosa.
Si una actividad tiene como objetivo beneficiar directa o indirectamente a muchos seres, es una actividad compasiva. Este tipo de actividades son más sanas.
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